Con la pasada sesión llegamos a la mitad de nuestro ciclo sobre el cuerpo y la memoria. Mª Ángeles Maeso y Esther Giménez nos hablaron de sus poéticas, de las maneras en que ellas acuden a la poesía, de sus referentes y de cómo enfrentan y reflejan el mundo a través de sus poemas.
En la lectura de Ángeles, Adrienne Rich, Simone de Bouvoir, Virginia Woolf y las mujeres de los mitos grecolatinos (Io o Europa) fueron apareciendo, recordándonos que en realidad hemos leído/estamos leyendo a muchas mujeres y que con ellas dialogamos para expresar el sentir de nuestra propia vida. Nuestra memoria se conforma a partir de estos referentes y también de las mujeres con las que compartimos nuestras vidas: madres, hijas, abuelas, vecinas, compañeras, amigas… Y es a través del cuerpo que muchas veces conectamos con ellas. Nuestros cuerpos están llenos de recuerdos que nos llevan a la memoria colectiva de las mujeres con las que sentimos algún tipo de conexión. En ese proceso todas nuestras intersecciones (clase, género, etc.) surgen constantemente.
Esther profundizó en la relación entre el cuerpo y la poesía a través del ritmo. La respiración misma ya tiene un componente sonoro que se traspasa luego a la voz y lleva a la misma experiencia sensorial. Lo pudimos recibir en nuestros cuerpos a partir de su lectura-performance acompañada de efectos sonoros (Carol O. C.) e imagen (Gema Segura).
Al comienzo de la sesión nos pidieron que registráramos alguna de las palabras de los poemas que se iban a ir leyendo. Al final de sus lecturas, nos pidieron que nos las escribiéramos en una parte del cuerpo y posteriormente, por grupos, convertimos las palabras en estos poemas:
quiero reposar mi cabeza en tu halda
como piel que protege aunque se resquebraja
las cicatrices me inundan por doquier
pero en ellas no existe el silencio
miro a los ojos de una vaca
despiden mirada sin aliento
caminan hacia una explosión que libere
tanto nervio de carne y pastos mansos
deseo entre plásticos, pies y manos,
que me dan ganas de rasgar y
sacarlos
tapando las cicatrices
ratas inmensas en el interior, adentro.
la lentitud del río hace suave el
movimiento sonoro del agua